viernes, 10 de agosto de 2007

IV


La luna estaba resplandeciente dentro de la inmensidad de la noche. El viento golpeaba mi rostro, las estrellas dispersas en el cielo, adornaban el ambiente. Me encontraba manejando mi auto en una desolada arteria de la ciudad, a un par de horas de que se presentara el alba. La reunión, después de haberla deseado tanto, por fin se había presentado. No fue algo memorable, pero cumplió la función de distraerme un poco. Aunque en el fondo no dejaba de pensar en lo ocurrido unas horas antes…

No había bebido lo suficiente, por temor a cometer algún accidente o ser presa fácil de algún agente de tránsito. La soledad de la ciudad me hacia sentir una tranquilidad, me servía para hacer conjeturas, preguntas, enigmas, que siempre me hacían ver que no sabía que había pasado ni que pasaría.

Faltaban una distancia considerable para tomar la salida que me llevaría a mi hogar, cuando de pronto emergió una camioneta, modelo reciente, de un negro impactante, llamaba la atención aunque fuera la mitad de la noche. Se posicionó sobre mi carril y aceleró bruscamente. Soy muy nervioso cuando este tipo de acciones suceden así que decidí tomar el carril de baja velocidad y continuar con mis pensamientos.

Pero ésta se puso a la par con mi auto. Mantenía la misma velocidad que yo, no había salida próxima y solo podía distinguir una figura en la parte del copiloto. Disminuía la velocidad y esta a su vez hacía lo mismo. Aceleraba y se emparejaba conmigo. La situación se volvía cada vez más tensa, era claro, el tipo de la camioneta quería amedrentarme o algo por el estilo. Y mi auto no podría hacerle frente a tal portento de máquina.

De pronto, el cristal bajó y pude observar al copiloto. Hice un movimiento con la mano, para llamar su atención. Como solo miraba su perfil, me percaté que tenía una argolla en su oreja, su cabello era muy largo, y parecía usar un saco muy extraño.

Giró su cabeza y mi mente se impregnó de aquella imagen, que no ha sido fácil olvidar. Sus ojos tenían un color rojizo, como aquellos de los trasnochados, pero irradiaban un sentimiento de odio. Su rostro era muy alargado, y su boca mostraba un semblante de seriedad, Me miró y repentinamente mostró una tétrica sonrisa. Sus dientes tenía el aspecto de haber sido maltratados por el descuido, era como fuera un enfermo mental, un psicópata. Y de sus labios escurría sangre, así es. Me quede perplejo, sabía que eso no podía ser normal, pero después de analizar lo ocurrido anteriormente, todo podía suceder. Y esta vez empezaba a preocuparme.

La camioneta se alejo unos metros, y sabía lo que haría. Se abalanzó sobre mí, pero aplique el freno y esta pasó de largo. Sudaba frío, no controlaba mis reflejos y aquella visión seguía en mi mente. Divisé la salida y la tome sin pensarlo.

Aquella camioneta me siguió, no podía distinguir al piloto pero si a su acompañante. Manejaba como loco, violando todo tipo de reglas establecidas para el conductor. Podía más mi instinto de supervivencia que cualquier riesgo a un accidente. La maldita camioneta aún me seguía, y yo estaba por llegar a mi casa. No podía guiarlos hasta ahí, no señor. Así que decidí empezar un juego en el cual el objetivo era perderlos.

De pronto, sonó mi celular. Número sin identificar. Mal presagio. Decidí contestar, no se porque lo hice. Y esa la misma voz de la tarde.
- Corre mientras tengas con que hacerlo -. Colgué inmediatamente, ya ni siquiera tenía nervios, eludía cualquier obstáculo sin pensar en las consecuencias, pero sin lograr mi objetivo, y pensaba que tal vez podía acorralarme o algo así.

Y volvió a sonar el maldito celular. Numero no identificado, contesté sin pensarlo. – ¡Que diablos quieren de mi! – grité desesperado. Silencio inmenso. La respuesta se presentó de improvisto: - Te dije que no te dejaría solo. Haz todo lo que yo te diga y saldremos juntos de esto, ¿quieres? - . Era ella. ¿Como sabía que estaba en problemas, como saber si estaba detrás de esto o realmente quería ayudarme? La moneda estaba en el aire.


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Hoy es un excelente día. Espero que lo sea igual para ustedes.

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