sábado, 18 de agosto de 2007

VIII

VITE COMENTA:
Capítulo 8. Gracias por las criticas.




Desperté alrededor del mediodía. Estaba muy hambriento. Mi madre me preguntó como me sentía, y porque había tenido aquél accidente Siguiendo el consejo de Ángela, le dije que no recordaba muy bien las cosas y enseguida me cuestionó sobre lo que había hecho aquella noche. Además, recibí una reprimenda por no haber avisado de mi situación. Después de eso, no hubo más cuestiones, sino cuidados. De pronto aquél solitario cuarto se pobló de familiares y amigos. Algunos preocupados, otros serios, y demás contentos por mi recuperación.


El resto del día fue para descansar y periódicamente las enfermeras acudían a realizar los cuidados necesarios. La comida era pobremente deliciosa, ya quería abandonar aquel lugar. Mi madre dejó de preocuparse, y a pesar de su cara larga, hice que fuera a descansar a casa, ya que el médico había dicho que mañana sería dado de alta.


La enfermera del turno vespertino me dió los últimos medicamentos, y me dijo que descansara. Si requería algo, solo accionara el intercomunicador y el personal en turno vendría inmediatamente. Demasiadas atenciones, después de todo, el lugar no estaba tan mal. Nunca había estado internado, y siempre que acudía por algún motivo a visitar a alguien en esa situación, no podía soportar mucho tiempo el encierro. Pero ésta vez lo disfrutaba, me sentía seguro después de tantas emociones vividas y quería recuperarme.


Traté de dormir al salir la enfermera pero alguien toco la puerta, y le dije que podía pasar. Era Ángela. Estaba aquí, de nuevo. Me saludó y se sentó a mi lado. Traía un pequeño bolso consigo. Estaba vestida como toda una ejecutiva o mujer de negocios, muy formal. Realmente era una chica muy atractiva.


- Hola, ¿como se encuentra el enfermo hoy?. - preguntó con voz muy suave.


- Me siento muy bien, aunque con algo de hambre. La comida de éste lugar sabe a nada - repuse.


- Lo imaginaba. Te traje algo de comer. No es mucho pero es para que no extrañes el mundo exterior. - sonrió pícaramente, y sacó de su bolso una pequeña hamburguesa, que en pasadas ocasiones sería algo desagradable, resultó un manjar. Mientras comía, ella estaba muy pensativa, y en momentos me miraba con mucha atención. Debía haberme puesto nervioso, pero estaba realmente disfrutando aquel alimento que solo pensaba en eso. Al terminar, comenzamos a hablar.


- Oye, ¿que clase de accidente fue el que tuve? ¿Tú me trajiste aquí? ¿Qué fue lo que pasó? -


-Disculpa por que las cosas hayan sucedido de esa forma. Mis superiores no confiaban en ti del todo, pero después de lo ocurrido aquel día, no les quedó ninguna duda. No podíamos llegar a un hospital asi como asi. Por eso te di ese tranquilizante. Simulamos un accidente de auto, y lo demás lo supones. Te trajeron aquí, te atendieron y se avisó a tus familiares. -


- ¡Pues si que me sorprendes, pues ahora hasta sin auto me quedé ! - le repliqué.


- Será reparado y todo lo haremos nosotros, no te preocupes. Y una vez más, discúlpame -


- No te preocupes, - le dije - Solo quiero que termines de decir las cosas.-


- La persona que trajo consigo las piezas de África a Europa estuvo internado en un hospital psiquiátrico por 10 años. Según sus expedientes, decía que había voces que le ordenaban salir y recuperar lo perdido años antes. Mencionaba que lo atormentaban todas las noches. Hubo días enteros que estaba en éxtasis, escribiendo extraños tratados en una lengua muy antigua. Hasta que un día uno de sus enfermeros fue asesinado. La última vez había sido visto asegurando aquel enfermo. Cuando lo encontraron, aquel hombre estaba con el cuerpo desmembrado, pero las partes habían sido unidas por gruesos cables, como si fuera una marioneta humana. El enfermo había sido atado a su cama de seguridad. Nadie dió crédito a lo que había sucedido, trataron de culparlo, pero no había pruebas suficientes para hacerlo. Asi ocurrieron cuatro muertes más, hasta que un día aquel hombre desapareció misteriosamente. Su nombre era William Onan -


- Meses después de aquel incidente, el hijo del Dr. Phineas sufrió un atentado. Permaneció en coma dos años, sus trabajos habían sido robados y toda su familia había sido asesinada. Antes de este incidente, el se había dado cuenta que las piezas formaban parte de una llave, pero no sabía la puerta ni hacia donde conduciría. Estaba seguro de algo, lo que había detrás de todo esto no era muy alentador. Decidió formar un grupo que se encargase de encontrarlas, tarea casi imposible, pues estaban perdidas alrededor del mundo. Llevamos años trataron de recuperarlas, y solo hemos conseguido tener una sola.... -


- Espera , - la interrumpí - y entonces porque vienen a mí. Yo no tengo ninguna de esas piezas. Tal vez están en un error- repuse.


- Está contigo sin darte cuenta, no nos podemos equivocar.-


Era muy extraña su historia, pero le creía. Pero no podía pensar que yo tenía aquella figura en mis manos, y sin darme cuenta. Como sería lo que buscaban Y donde podría estar. Necesitaba hacer memoria de todas las cosas de las que estaba rodeado, para poder descubrir parte del misterio.

VII

VITE COMENTA:
Saludos bien amados y mal odiados lectores. Debido a imprevistos en nuestro itinerario (bendito iSketch y Skype) no subimos alguna información. Les dejo por el momento el capítulo 7, y mañana el 8. Espero les siga siendo de su agrado. Dejen sus comentarios y opiniones, se las agradecería mucho. Sin más misterio les dejo mi humilde escrito........



Es algo muy extraño de mencionar, pero cuando era niño, la oscuridad era algo indiferente. Me molestaba que mi hermana se asustara por no tener la luz de su habitación encendido, cuando a mi realmente me divertía estar a oscuras. Podía imaginar muchas cosas, exaltabas la mente creativa y si tu cansancio te vencía, era más fácil encontrar el sueño.

No se a que altura de mi vida eso dejó de suceder. Solo en ciertas ocasiones podía conciliar el sueño a oscuras. Solía ocurrir que mi mente empezaba a divagar, pero siempre había algo que me asustaba, que hacía que tuviera que encender la luz, y dormir en esas condiciones. Tal vez ahora comprendía el porque del actuar de mi hermana. Era una de mis cualidades, o defectos, según sea el caso.

Ahora me encontraba en esa desagradable situación. Era una oscuridad total, y un silencio sepulcral. No sabia donde estaba, solo permanecía recostado, no sentía mi cuerpo. Ni siquiera podía moverme, hablar, gritar. Hasta dudada que estuviera respirando. No se que podía haber pasado, tal vez estaba muerto, o era un juego más de mi mente suspicaz.

Solo podía distinguir el techo de aquel cuarto, en el cual no había nada fuera del otro mundo. Repentinamente, el sueño de apoderó de mi, mis ojos empezaron a derrumbarse y mis fuerzas se extinguían. Fatiga total. De pronto, unos pasos se acercaban, con una pisada firme. Eran mas de dos personas, lo sabía, pero no deducía cuales eran sus intenciones. Quería abrir los ojos y gritar, correr, huir, llorar, pero no podía. Temí lo que sucedería, Dios mío, que termine pronto.

- Se encuentra anestesiado. Dormirá por doce horas. Su salud es estable, no se preocupe. Mañana le haremos una revisión, y si todo sale bien, tal vez sea dado de alta pasado mañana. – dijo tranquilamente aquella voz, que pertenecía a un hombre.
- Gracias a Dios, doctor. Iremos por un café y regresaremos para pasar la noche con el. - Esa voz era de mi madre.

¿Cómo pudo enterarse de lo que me había pasado? ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que estaba en el auto? ¿Dónde estaba Ángela? ¿Era todo un sueño? ¿O tal vez una gran mentira? Mi mente no pudo con más confabulaciones, y cayó en un profundo letargo.
Descansaba en aquél hospital. De pronto tenía hambre y sed, me sentía mucho mejor. Mi respiración era normal, el dolor se había ido, aunque aún estaba un poco aturdido por el tiempo que estuve en cama, supuse que había sido demasiado. En un segundo, escuché la puerta cerrarse de golpe y al girar mi vista hacia esa dirección, una figura me daba la espalda. Pensé que era ella, estaba aquí para acompañarme y saber como estaba de salud. Quise levantarme un poco, pero unas manos me sujetaron con fuerza a la cama, y una de ellas me tapó la boca.

Aquellas manos tenían un aspecto cadavérico, tétrico, aunque poseían una fuerza descomunal. La figuran se acercó, poco a poco. Y conforme avanzó, pude reconocer, para mi sorpresa y horror, al tipo de aspecto psicópata que estaba en aquella camioneta. Mostraba una perturbadora sonrisa, y de pronto me percaté que en sus manos tenía unas tijeras. Estaba aterrado, no podía hacer nada, nadie me escuchaba, estaba atrapado, acorralado. Unas lágrimas brotaron de mí ser, cerré los ojos, todo estaba perdido. Sentí un profundo dolor en el pecho, pero al aumentar éste, tuve fuerzas para zafarme y levantarme bruscamente.

Abrí los ojos, y no había nadie. Solo mi madre, recostada en una silla, y la tenue luz de la luna llena. Fue solo una pesadilla, tan real como lo que me había sucedido horas antes. Estaba aturdido, quise despertarle, pero preferí dormir y hacerlo en la mañana, era justo para todos.

Súbitamente, algo tocó mi hombro, ahora si estaba en problemas. Giré mi cabeza y era ella. Su aspecto era lucía serio. Tal vez estaba molesta por algo. No sabía que decir, ni como actuar. Su semblante cambió, y preguntó casi susurrando:
- ¿Cómo te sientes? -
- Mucho mejor – respondí en voz baja.
- Descansa, no menciones lo sucedido a nadie, nos veremos mañana. Por ahora no más cuestionamientos ni preocupaciones. Aquí estas seguro. Descansa y recupérate.
-Gracias – respondí brevemente.
Me dio un beso en la mejilla, y me recostó sobre mi camilla, como mucho cuidado, me arropó, y Salió de la habitación silenciosamente. Me sentí sin miedos ni preocupaciones, y por primera vez desde hacía mucho tiempo, pude dormir en la oscuridad como en la niñez.